7 estrategias de disciplina positiva para manejar las rabietas o berrinches

Evita las batallas disciplinarias en las que no hay ganadores y logra el buen comportamiento de tus hijos sin gritos, ni violencia.


Es el momento definitivo de la paternidad de "haz lo que digo y no lo que hago": tu hija de preescolar se enfada porque hay arándanos en su tortita -¡y ella no quería arándanos en su tortita!- y, en un esfuerzo por controlar su rabieta, respondes con la tuya: "¡Deja de gritar ahora!" 

Acabas de entrar en una carrera armamentística disciplinaria en la que no hay ganadores, sólo sentimientos heridos, gargantas doloridas y presión arterial elevada. Pero la crianza de los hijos no tiene por qué ser una batalla. Los defensores de la disciplina positiva enseñan que los niños pueden comportarse -y se comportarán- sin amenazas, sobornos, gritos ni violencia. Estos son siete consejos que le permitirán mejorar su comportamiento y establecer una conexión más fuerte y pacífica con tu hijo.

1. Entiende el significado que hay detrás del comportamiento.

Naomi Aldort, autora de "Raising Our Children, Raising Ourselves", dice que los niños quieren comportarse bien; si parece que no lo hacen, no es sin una razón válida. "Lo más importante es darse cuenta de que todo lo que hace un niño lo podemos calificar de malo, pero en realidad el niño está haciendo lo mejor que puede. Nuestro trabajo como padres es averiguar por qué lo hace", dice Aldort. "Una vez que conozcamos la raíz válida del comportamiento, podremos eliminar fácilmente la causa o curar las emociones, y el niño ya no se verá impulsado a comportarse de esa manera".

Así que pregúntate: ¿tu hijo pega a su hermano en un intento desesperado de llamar su atención? Tal vez te has quedado demasiado tiempo al teléfono o le has ignorado mientras te apresurabas a llevar la cena a la mesa. Si es así, ¿qué corrección puede hacer en su propio comportamiento para satisfacer la necesidad de tu hijo? "Mucho de lo que esperamos de los niños no es razonable", dice Aldort.

2. Concéntrate en controlarte a ti mismo, no a tu hijo.

Es difícil mantener la calma en el calor del momento, pero la Dra. Katharine C. Kersey, autora de "The 101s: A Guide to Positive Discipline", dice que los padres deben modelar los tipos de comportamiento que quieren que sus hijos emulen. Recuerda que gritar engendra gritar, pegar engendra pegar. "No debemos hacer nada delante [de nuestros hijos] que no queramos que hagan", aconseja. En el caso de un brote de comportamiento extremo, esto puede significar contar hasta 10, respirar profundamente o simplemente alejarse hasta que haya tenido tiempo de calmarse.

Jim Fay, fundador de la organización Love and Logic, está de acuerdo. "La ira y la frustración alimentan el mal comportamiento", dice. Fay ofrece una táctica inusual para mantener la voz bajo control: en lugar de gritar que tu hijo está haciendo algo mal, intenta cantarlo. Fay enseña a los padres lo que él llama la canción "Uh Oh". Si un niño tira un juguete después de que se le haya pedido que deje de hacerlo, usted puede cantar: "Uh Oh, qué tristeza que hayas tirado tu camión otra vez. Creo que es hora de que el camión se vaya". 

3. Sé coherente con tus expectativas.

Aldort dice que los padres suelen pasar por alto un determinado comportamiento con la esperanza de que se le pase. "Pero, ¿adivina qué?", dice. "No se pasa". Si tu hijo muerde a otro niño, por ejemplo, debes sujetarle el brazo y decirle que ese comportamiento no es aceptable. Si continúa, es el momento de retirarlo de la situación. 

A veces, un niño puede intentar poner a prueba los límites discutiendo las normas. Cuando esto ocurre, Fay sugiere neutralizar las negociaciones repitiendo un simple mantra tantas veces como sea necesario: "Te quiero demasiado para discutir". 

4. Presta atención al comportamiento que le gusta, no al que no le gusta.

Los niños suelen portarse mal porque quieren que les prestes atención, así que a veces vale la pena ignorar las acciones que no quieres ver más. Kersey lo llama el principio de "llueve sobre la hierba, no sobre la maleza". ¿Ranquillas y lloriqueos? Hazte el sordo o aléjate, y tu hijo aprenderá rápidamente que hay una forma mejor de comunicarse. 

5. Redirigir, redirigir, redirigir.

Los niños que escuchan "No" o "No" todo el tiempo tienden a desentenderse de esas directivas. Por eso, en lugar de decirle a tu hijo lo que no debe hacer, Kersey recomienda ofrecerle un comportamiento positivo para sustituir la mala conducta. Por ejemplo, a un niño que se porta mal en el supermercado se le puede pedir que ayude a elegir naranjas o a reorganizar los artículos en el carro de la compra, o a un niño que corretea por la piscina se le puede retar a que camine "intentando no mojarse los pies".

6. Explotar el "desgaste de energía".

Cualquier padre que haya estado en las trincheras sabe lo agotador que es cuando un niño se porta mal, pero ¿sabía que ese cansancio puede utilizarse en su beneficio? Fay lo llama el principio del "drenaje de energía". Por ejemplo, puedes desactivar un enfrentamiento entre hermanos diciendo: "Vaya, tienes que llevarte esa pelea con tu hermano a otra parte, porque escuchar eso podría causarme un gran desgaste de energía, y no creo que tenga energía para llevarte al parque después de cenar". 

7. No sobornes.

Puede resultar tentador ofrecer a tu hijo una galleta por portarse bien durante una excursión, pero Fay advierte que no lo hagas. Ofrecer a un niño una recompensa envía el mensaje equivocado; lo que los niños oyen es "'No quieres ser muy bueno y hay que pagarte'", dice Fay. 

En cambio, dice Fay, "la mejor recompensa para un niño es el tiempo con los padres". Kersey está de acuerdo en que el tiempo de calidad es clave para un niño feliz y bien educado. Recomienda que cada padre dedique al menos 15 minutos de conexión individual con tu hijo cada día. "Haga algo que tu hijo quiera hacer [durante ese tiempo]", dice Kersey. "Susúrrele al oído lo maravilloso que es, lo mucho que le quieres. … Es la mejor inversión que puedes hacer en tu hijo".

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